Después de todo - Piedad Bonnett
Ópera prima narrativa de esta poeta (¿poetiza?) colombiana. Es la historia de Ana, una mujer entrada en años, con un marido cuasi-vegetal, con un álma jóven que espera una oportunidad para vivir lo que nunca pudo. La oportunidad llega encarnada en Gabriela, una jóven estudiante universitaria, con una vida cubierta por el velo del silencio, con todas las características que siempre quiso tener Ana alguna vez en su exageradamente apacible vida de estrado medio-alto.
Esta novela es como un rico plato de cocina: visualmente atractivo, de suave sabor, se deleita en el momento de su consumo. Pero no es plato para repetir varias veces.
Entro en detallitos: En mi humilde apreciación, el escrtito está algo cargado de símiles y comparaciones, muy acorde a la formación de Bonnet, pero que en la novela hay momentos donde la figura literaria no aporta a la imagen creada en ciertos instantes.
En alguna parte de la novela aparece un personaje, de esos que asoman su cabeza tras la puerta y luego se esfuman: un celador con un lenguaje bastante elaborado, ciertamente sospechoso, lo cual le quita un poco de credibilidad a sus palabras.
En la primera edición, lanzada por Alfaguara, encuentro un error de gran volúmen, que no se si se le pasó a la autora o al corrector de turno, y es que en un instante de gran tensión de la historia, donde se narran sucesos de Ana, el personaje principal, aparece el nombre de Gabriela (lo que yo he llamado, la antagonista) generando en mí una sensación de amarga sorpresa, ya que, bueno, que se escape una tílde rebelde, que desaparezca un minúsculo punto, yo entiendo que esas cosas suceden. Pero un trastoque de nombres, eso deja un sabor poco agradable.
Ana, la protagonista de esta historia, es, segun Bonnett, una mujer de cuarenta y siete años, con una vida en extremo estable, un marido al parecer mucho mayor que ella, una vida soñada...y algo aburrida. En ciertos momentos de la novela Ana la percibo como una jóven (tal vez porque ese es el sentimiento reprimido en su alma) pero tambien es cierto que pocos son sus ademanes de señora ya entrada en años y más aún con un marido serio, tosco, enfermo, decadente.
El final de la novela es abruptamente anticipado por la autora, gracias al nombre de la última parte de la novela, tal vez escogida por su sonoridad pero desacertada ya que hace previsibles los últimos actos de la misma.
Al llegar al último párrafo, me queda un sabor, como a que algún condimento de nuestro fino plato ha faltado, quedando en el paladar una sensación áspera, como a un final muy cargado, muy metafórico. Creo que se dejó demasiado de la historia para el final.
Le agradezco enteramente a la autora el paso de la novela por un lugar bastante olvidado de la imaginería de Bogotá, ciudad donde trascurren los hechos: la Universidad Nacional. Es agradable ver como se desliza suavemente ese apreciado y muy variopinto lugar gestante de grandes pensadores del país (sí, ese país redondito y muy inflado).
Al final, una novela suave, tranquila, sin grandes sobresaltos, para una lectura en la calma de la noche. Una historia para reflexionar un poco acerca de la rigidez del ritmo de la vida.
Esta novela es como un rico plato de cocina: visualmente atractivo, de suave sabor, se deleita en el momento de su consumo. Pero no es plato para repetir varias veces.
Entro en detallitos: En mi humilde apreciación, el escrtito está algo cargado de símiles y comparaciones, muy acorde a la formación de Bonnet, pero que en la novela hay momentos donde la figura literaria no aporta a la imagen creada en ciertos instantes.
En alguna parte de la novela aparece un personaje, de esos que asoman su cabeza tras la puerta y luego se esfuman: un celador con un lenguaje bastante elaborado, ciertamente sospechoso, lo cual le quita un poco de credibilidad a sus palabras.
En la primera edición, lanzada por Alfaguara, encuentro un error de gran volúmen, que no se si se le pasó a la autora o al corrector de turno, y es que en un instante de gran tensión de la historia, donde se narran sucesos de Ana, el personaje principal, aparece el nombre de Gabriela (lo que yo he llamado, la antagonista) generando en mí una sensación de amarga sorpresa, ya que, bueno, que se escape una tílde rebelde, que desaparezca un minúsculo punto, yo entiendo que esas cosas suceden. Pero un trastoque de nombres, eso deja un sabor poco agradable.
Ana, la protagonista de esta historia, es, segun Bonnett, una mujer de cuarenta y siete años, con una vida en extremo estable, un marido al parecer mucho mayor que ella, una vida soñada...y algo aburrida. En ciertos momentos de la novela Ana la percibo como una jóven (tal vez porque ese es el sentimiento reprimido en su alma) pero tambien es cierto que pocos son sus ademanes de señora ya entrada en años y más aún con un marido serio, tosco, enfermo, decadente.
El final de la novela es abruptamente anticipado por la autora, gracias al nombre de la última parte de la novela, tal vez escogida por su sonoridad pero desacertada ya que hace previsibles los últimos actos de la misma.
Al llegar al último párrafo, me queda un sabor, como a que algún condimento de nuestro fino plato ha faltado, quedando en el paladar una sensación áspera, como a un final muy cargado, muy metafórico. Creo que se dejó demasiado de la historia para el final.
Le agradezco enteramente a la autora el paso de la novela por un lugar bastante olvidado de la imaginería de Bogotá, ciudad donde trascurren los hechos: la Universidad Nacional. Es agradable ver como se desliza suavemente ese apreciado y muy variopinto lugar gestante de grandes pensadores del país (sí, ese país redondito y muy inflado).
Al final, una novela suave, tranquila, sin grandes sobresaltos, para una lectura en la calma de la noche. Una historia para reflexionar un poco acerca de la rigidez del ritmo de la vida.